viernes, 29 de junio de 2012


¿Y qué hará México?


El domingo México tiene una oportunidad nuevamente de cambiar el rumbo político . Ya hemos tenido por lo menos 4 oportunidades en los últimos 24 años. En 1988, muchos mexicanos decidieron darle su voto a Cuauhtémoc Cárdenas, asqueados de las corruptelas del PRI y claro, con muchos de los dirigentes y participantes de las manifestaciones estudiantiles de 1968 y 1971 que tenían aún más fresca en la memoria aquella sangrienta represión. Una "caída del sistema" impidió que hubiera una alternancia en el poder, y a pesar de manifestaciones pacíficas e incluso denuncias de fraude por parte del PAN con su candidato Manuel J. Clouthier, se decidió quemar las boletas con el aval del PAN, representado por Diego Fernández de Cevallos. 





¿Qué hizo México? 


Tuvo que tragarse seis años de asesinatos de 500 perredistas, de un levantamiento armado en Chiapas, de la firma de un Tratado de Libre Comercio con E.U. y Canadá que vino a destrozar el mercado interno y en el que sobre todo el campo perdió competitividad ante el agro estadunidense, del asesinato de un candidato presidencial que, aunque emanado del PRI tenía la disposición, el si, de romper con las prácticas del viejo PRI y al cual se eliminó por contravenir los intereses de unos cuántos.


Así se perdió la segunda oportunidad, con la muerte de un candidato que contaba con la simpaía del pueblo, que estaba dispuesto a hacer crecer a México tanto en lo social como en lo económico. Pero que hacía temblar a los políticos acostumbrados a obtener privilegios para ellos mismos, los que nunca imaginaron que seis años después perderían la elección presidencial porque creían que podían mantener el poder por siempre. 





¿Y qué hizo México?


Se tuvo que tragar seis años de crisis económicas, devaluaciones del peso, inflación, así mismo asesinatos de indígenas en Acteal, el ascenso de los poderes fácticos y un presidente gris que decidió alejarse de su partido dando pie a que en las elecciones del año 2000 el partido que le había hecho más oposición, el PAN, ascendiera al poder en la figura de un carismático pero inepto Vicente Fox, que con más verbo que acciones prometió sacar a patadas al PRI de Los Pinos y gobernar para todos.


Así se perdió la tercera oportunidad, con el gobierno de Vicente Fox que nunca dejó de estar en campañas, que en pocas palabras acabó de entregar el poder a su esposa Martha Sahagún, a los medios de comunicación y que inevitablemente con su vacío de poder alimentó las especulaciones de quien lo sucedería desde tres años antes y consecuencia de esto y la aplicación de políticas sociales nunca antes vistas en México, el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador se enfiló como el candidato natural de la izquierda, incluso encima del líder histórico y fundador del PRD Cuauhtémoc Cárdenas. Ya como objetivo de la derecha, de los poderes fácticos, López Obrador fue objeto de descalificaciones, de un intento de desafuero, de trampas a sus funcionarios corruptos para hacerlo ver como un político vil y ambicioso. 
Llegó a la elección presidencial como puntero en las encuestas y México creía que podía ser el primer presidente de la izquierda, pero fue víctima de un nuevo fraude, ahora por parte del PAN apoyado por las empresas que veían en él "un peligro para México" y las cuáles impusieron a Felipe Calderón como inquilino de Los Pinos, al ser declarado ganador por el TRIFE apenas con 0.56% de diferencia de votos.





¿Y qué hizo México?


Se está tragando seis años de sangre, de división social, de pérdida del poder adquisitivo, de una pulverzación del salario mínimo, de la protección al narcotráfico, de la impunidad de Genaro García Luna, del proteccionismo a delincuentes como Mario Marín, Ulises Ruíz, Carlos Romero Deschamps, los hermanos Bribiesca, hijos de Martha Sahagún, de la intromisión cada vez más descarada de Estados Unidos en la política interna a través del Plan Mérida, de los asesinatos de periodistas, de la creciente violencia por la disputa de territorios entre cárteles de la droga, del terror sembrado por los Zetas, por los "Cavalleros" Templarios, de la familia Michoacana (no la familia Calderón) y del dominio de las televisoras que pretenden imponer ahora a un priista que representa el regreso al autoritarismo, a la corrupción descarada en los más altos niveles de gobierno, con un candidato que es hueco, sin capacidad de gobernar pero que sólo será la pantalla para que gobiernen Carlos Salinas y las televisoras y algunos se hagan cada vez más ricos, mientras el grueso de la población se empobrece más y más.





Este domingo 1 de julio, los mexicanos debemos salir a votar por la opción que representa progreso, esperanza, pero sobre todo, que garantiza que se trabajará codo a codo con la sociedad civil, con un candidato que ha prometido ante miles de personas en el zócalo de la Ciudad de México y antes en Tlatelolco ante estudiantes que no nos fallará. Debemos votar por quien ha proyectado un gabinete con académicos e intelectuales no sólo honestos y respetables, sino capaces de gobernar en beneficio de las mayorías, que hacen ver que hay un futuro para las nuevas generaciones de mexicanos.


Y entonces ¿qué hará México?